Una Historia llena de historias
Esfinge 1920 |
En los yacimientos encontramos monumentos a las grandes gestas guerreras, a la exaltación de los dioses o al desconcierto de la muerte.
Atendiendo a estas construcciones podríamos considerar que nuestros ancestros se pasaron su existencia peleando, rezando o muriendo. Y poco más.
El resto de sus vidas, en la mayoría de los casos, queda absolutamente desconocida para la Historia. Cosas de humanos, a fin de cuentas. El problema surge cuando nuestras impresiones, y también algunas pistas, rompen la barrera de lo académicamente correcto y notamos que no todo es tan humano, ni que los dioses son tan abstractos y que ese llamado mundo del más allá pudiera estar más cercano de lo que suponemos.
Atendiendo a estas construcciones podríamos considerar que nuestros ancestros se pasaron su existencia peleando, rezando o muriendo. Y poco más.
El resto de sus vidas, en la mayoría de los casos, queda absolutamente desconocida para la Historia. Cosas de humanos, a fin de cuentas. El problema surge cuando nuestras impresiones, y también algunas pistas, rompen la barrera de lo académicamente correcto y notamos que no todo es tan humano, ni que los dioses son tan abstractos y que ese llamado mundo del más allá pudiera estar más cercano de lo que suponemos.
Techo Dendera |
En el templo de Dendera, al sur de Egipto, la presencia de esos dioses
se palpa como en ningún otro lugar. En otro momento hablare de ello.
Hace algo mas de 200 años sucedía un hecho singular que ha pasado a considerarse como un desastre militar aunque, por otro lado, un éxito científico. La conocida como "Campaña de Egipto" llevó a orillas del Nilo a 35.000 soldados y a 500 civiles que componían la élite científica francesa de aquella época.
167 sabios y especialistas entre los que se encontraban 21 matemáticos, 3 astrónomos, 17 ingenieros, 13 naturalistas e ingenieros de minas, 4 arquitectos, 8 dibujantes, 10 filólogos y 22 expertos en caracteres latinos, griegos y árabes desempolvaron una civilización perdida y misteriosa.
Todo empezó a estar sistemáticamente consignado y reproducido a las órdenes del recién creado l'Institut d'Egypt.
167 sabios y especialistas entre los que se encontraban 21 matemáticos, 3 astrónomos, 17 ingenieros, 13 naturalistas e ingenieros de minas, 4 arquitectos, 8 dibujantes, 10 filólogos y 22 expertos en caracteres latinos, griegos y árabes desempolvaron una civilización perdida y misteriosa.
Todo empezó a estar sistemáticamente consignado y reproducido a las órdenes del recién creado l'Institut d'Egypt.
La batalla de las Pirámides |
El 21 de julio de 1.798 Napoleón arengaba a sus tropas formadas frente a la meseta de Giza con su famosa frase: "Soldados, desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan". Como antaño hicieran César o Alejandro Magno, Bonaparte llegó a considerarse dueño de ese territorio.
Efímera sensación cuando se contempla la Historia en su más amplia perspectiva porque al final los emperadores pasan y las pirámides siguen en su sitio.
El enfrentamiento se llamó "La Batalla de las Pirámides", y los franceses asolaron el entusiasmo guerrero de 10.000 jinetes mamelucos que tiñeron de rojo con su sangre las doradas arenas de la meseta de Giza. Aquél día los científicos fueron rodeados por un ejército tan ocupado en atacar al enemigo como en defender a tan ilustres personalidades. Pero estos privilegios fueron debilitándose a medida que el ejército, tan lejano de su país, sucumbía ante el olvido de su pueblo.
El almirante inglés Nelson hundió en Abukir los 200 navíos que transportaron al cuerpo expedicionario francés. Desatendidos por Francia y abandonados por el propio Napoleón, que regresó a París para preparar su coronación como Emperador, las tropas empezaron a sufrir todo tipo de escaseces.
Sin municiones con las que defenderse, diezmados por la disentería y las epidemias y arrinconados sin futuro en el delta del Nilo la expedición francesa fue presa fácil de los ingleses que retomaron el territorio. Al desastre militar hubo que añadir la pérdida de los tesoros obtenidos. La famosa piedra Rosetta, sólo fue uno de los miles de objetos que cambiaron de destino y en lugar de llegar al Louvre terminaron en las vitrinas del British Museum.
Efímera sensación cuando se contempla la Historia en su más amplia perspectiva porque al final los emperadores pasan y las pirámides siguen en su sitio.
El enfrentamiento se llamó "La Batalla de las Pirámides", y los franceses asolaron el entusiasmo guerrero de 10.000 jinetes mamelucos que tiñeron de rojo con su sangre las doradas arenas de la meseta de Giza. Aquél día los científicos fueron rodeados por un ejército tan ocupado en atacar al enemigo como en defender a tan ilustres personalidades. Pero estos privilegios fueron debilitándose a medida que el ejército, tan lejano de su país, sucumbía ante el olvido de su pueblo.
El almirante inglés Nelson hundió en Abukir los 200 navíos que transportaron al cuerpo expedicionario francés. Desatendidos por Francia y abandonados por el propio Napoleón, que regresó a París para preparar su coronación como Emperador, las tropas empezaron a sufrir todo tipo de escaseces.
Sin municiones con las que defenderse, diezmados por la disentería y las epidemias y arrinconados sin futuro en el delta del Nilo la expedición francesa fue presa fácil de los ingleses que retomaron el territorio. Al desastre militar hubo que añadir la pérdida de los tesoros obtenidos. La famosa piedra Rosetta, sólo fue uno de los miles de objetos que cambiaron de destino y en lugar de llegar al Louvre terminaron en las vitrinas del British Museum.
Rosetta |
Pese a todo, a los científicos franceses les quedaba el honor de haber realizado uno de los mejores trabajos de estudio y recopilación de datos. Y el verdadero triunfo de Napoleón en tierras egipcias no vino por sus fusiles sino por la pluma de sus eruditos.
La recompensa a sus penurias y a sus interminables horas de trabajo bajo el sol abrasador del desierto fue la publicación en febrero de 1.802 de la obra titulada "Description de l'Egypte", compuesta por diez volúmenes donde se reproducían íntegramente las 837 planchas de cuero grabadas y que contenían las más de 3.000 ilustraciones realizadas a lo largo de las riberas del Nilo.
La recompensa a sus penurias y a sus interminables horas de trabajo bajo el sol abrasador del desierto fue la publicación en febrero de 1.802 de la obra titulada "Description de l'Egypte", compuesta por diez volúmenes donde se reproducían íntegramente las 837 planchas de cuero grabadas y que contenían las más de 3.000 ilustraciones realizadas a lo largo de las riberas del Nilo.
Datos geográficos, etnográficos, zoológicos, botánicos y arqueológicos surgieron a occidente. Había nacido la egiptología.
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