martes, 30 de abril de 2019

El 1 de Mayo o Día Internacional de los Trabajadores

El 1 de Mayo o Día Internacional de los Trabajadores


Es la fiesta del movimiento obrero mundial. Aunque en la actualidad transcurre como un día festivo en miles de ciudades del mundo, su pasado es bastante sangriento. Su celebración se debe a que un grupo de trabajadores norteamericanos eligió la fecha del 1 de Mayo de 1886 para reivindicar una jornada laboral de ocho horas diarias, cuando lo habitual en aquellos años es que las jornadas durasen entre diez y doce horas.

Los hechos que dieron lugar a esta celebración se contextualizan en la revolución industrial de los Estados Unidos. En 1884, siendo habituales las jornadas laborales de 10-12 horas diarias, la American Federation of Labor pretendió hacer valer la siguiente idea:

“Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”

El enfrentamiento en Chicago entre los trabajadores y la policía fue sangriento. Tres días después, se convocó a una concentración en Haymarket Square y, tras una explosión, murieron varios policías.
Por el hecho, acusaron a 31 trabajadores y condenaron a cinco a la horca.
Tres de ellos eran periodistas, otro era tipógrafo y un carpintero. Sin embargo, nunca se descubrió quién fue el responsable del atentado.

Niñas trabajando en una fábrica textil
Y así hasta hoy, los trabajadores y trabajadoras son como un volcán dormido.

Hablando de Volcanes, vi al intrépido Sistiaga en un documental donde unos lugareños indonesios de la isla de Java se introducen en condiciones infrahumanas, entre emisiones tóxicas en un volcán, para cargar en sus deformados hombros hasta 90 kilos de azufre por un recorrido infernal que hace reír al Dante y su Divina Comedia.

Todo ello por un salario equivalente a un euro por cada 100 kilos a razón de tres euros diarios. (sólo les da tiempo a realizar tres veces el recorrido al día). Uno de los trabajadores curra tres semanas y descansa una donde su esposa la espera administrando su paupérrimo salario. El hombre encima es agradecido y reza según sus convicciones religiosas, ve la tele, y juega con sus peques, y se declara resignadamente feliz. Haciendo un giro de 360 grados me traslado a unas cualesquiera oficinas de occidente donde otros lugareños se levantan temprano para después de (la mayoría) aguantar las incongruencias de sus mandos currar y llegar exhaustos a su casa sin ganas de hacer nada para descansar con sus teles y los fines de semana, poder jugar un rato con sus hijos por un paupérrimo sueldo que apenas consigue si pagar la hipoteca y las vacaciones pactadas que le dan derecho a hacinarse por un trozo de playa bajo una sombrilla algunos días de verano, si es que les llega. La gran mayoría también es agradecida y devotamente (algunos) incluso los domingos y fiestas de guardar se atreven a acercarse a sus iglesias para dar gracias por las bendiciones que le son colmadas y se declaran resignadamente felices.


De a dónde se va el azufre recolectado hasta su consumo en occidente, o del esfuerzo diario del trabajador de occidente mucho se sabe. No me olvido de los desempleados; unos hacen cola porque quieren recoger azufre y otros se personan en el paro con la esperanza de poder ayudar a los suyos. Pero siguiendo con el hilo de esta historia nos encontramos más adelante con los intermediarios lucrándose del trabajo de las bases y ya encima de la pirámide los que sacan tajada y de seguro ganan mucho, aunque les importe un bledo de donde se saque el azufre. Todo esto es, visto desde acá, por un mundo y estado del bienestar mejor, que nos permita colmar nuestros anhelos y esperanzas con la certeza de que, cuando no estemos, nuestros hijos heredaran un mundo mejor. De hecho, en esta espiral de crecimiento y progreso sin igual, sin entrar en valoraciones de en que parte de la cadena desde abajo hasta arriba te encuentres, apenas encuentro, valga la redundancia, motivos de porqué indignarme. Al fin y al cabo quien sabe si lo importante sólo consiste en ser feliz.
Aristóteles dijo que la vida que merece ser vivida produce eudaimonia, algo así como el sentimiento, figuradamente hablando, de estar siendo cuidado por un ángel guardián. Y a los mejores individuos los nombró megalopsychos que significa “alma grande” o magnánimo de magnus anima. De lo que no me cabe duda es que independiente de lo que te toque vivir, y de lo injusto que te pueda parecer tu existencia, siempre te encontrarás con almas grandes aunque estén resignadas recogiendo azufre en los interiores del infierno. De hecho creo que todos en este mundo somos almas grandes, sólo que la mayoría no sabemos cómo producir ese sentimiento ese elixir. Cuando lo consigas, cuando seas consciente de ello, cuando produzcas “eudaimonia” saldrás del infierno, y verás con otros ojos este diminuto maravilloso e insignificante punto azul.


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