Cuando se trata de hacer un análisis de la Sábana Santa algo que me sorprende es la enorme cantidad de mal llamados investigadores del misterio que son capaces de defender su autenticidad, como manto que envolvió el cuerpo de Jesús.
Se argumenta, por parte de sus defensores, que la Síndone ha sido atacada en numerosos lugares, cuando prácticamente más del 90% de artículos que circulan por Internet son a favor de la creencia en la Sábana Santa, habiendo apenas unos pocos que la cuestionan.
Fue por ese motivo que, un buen día, me dispuse a saber algo más sobre este espinoso asunto. Y cuál fue mi sorpresa que me topé con que era muy fácil desmontar las pruebas a favor de su supuesta legitimidad, más allá de la sinrazón y los dogmas de la fe.
Nada de extrañar si, dejando de lado el ser políticamente correcto, uno se da cuenta de que cualquier religión es fácil de desmontar desde el análisis histórico, más allá de los inventos que las adornan. Recordemos que todas estas reliquias aparecen durante la Edad Media, después de que el 31 de diciembre del año 999 (momento en el cual la iglesia se hartó de conceder indulgencias a cambio de propiedades para adquirir un espacio en el cielo), llegado el 1 de enero del año 1000 no sucedió nada, ni fin del mundo, ni nueva venida de Cristo a la Tierra.
Perdida la fe y la esperanza, las gentes dejaron de acudir a las iglesias. Hubo que volver a motivar a la población con reliquias de santos, vírgenes o del propio Cristo, pero siempre con propiedades mágicas.
Así aparecieron objetos de los que no se tenía constancia hasta ese momento: la lanza de Longinos, clavos de Cristo, fragmentos del Lignum Crucis, el Santo Grial… y cómo no, la Sábana Santa. Recordemos que los partidarios, o más bien feligreses de la llamada Sábana Santa, sufrieron un varapalo después de los exámenes concluyentes de la prueba del Carbono 14 realizada en 1988, cuando tres laboratorios de Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, fecharon mediante el carbono 14 “el lino del sudario de Turín entre 1260 y 1390 (±10 años), con una fiabilidad del 95%”.
El resultado del análisis se publicó en la revista Nature sin que, casi 30 años después, haya sido refutado en ninguna publicación científica.
El carbono 14 no hizo sino confirmar lo que otras muchas evidencias apuntaban desde que apareció la reliquia en Francia a mediados del siglo XIV. En la historia queda cuando Pierre d’Arcis, obispo de Troyes, alertó a Clemente VII, papa de Avignon, del origen fraudulento del sudario. D’Arcis escribió en 1389 al antipapa una carta en la que le explicaba que su antecesor, el obispo Henri de Poitiers, había descubierto quién había pintado la sábana, además de cómo los canónigos de Lirey simulaban milagros de lo que presentaban como la mortaja de Cristo. Una bula de Clemente VII autorizó en enero de 1389 la exhibición de la tela con, entre otras condiciones, la de que se advirtiera de que “la figura o representación no es el verdadero Sudario de Nuestro Señor, sino que se trata de una pintura o un cuadro de la Sábana Santa”.
Sobre el carbono 14, ¿cómo es posible cuestionarlo? Los partidarios o creyentes refutan que las muestras tomadas del sudario estuvieron contaminadas con diversos incendios. Y es que estos parecen no conocer cómo funciona la datación con Carbono 14.
En este sistema de datación las partes se queman una vez limpiada de impurezas (es decir, las tres muestras fueron lavadas previamente), de forma que el carbono contenido en la misma se convierta en dióxido de carbono (CO2). Una vez purificado este CO2, se introduce en un aparato llamado «contador proporcional». El contador proporcional cuenta el número de electrones emitidos por la muestra (cada descomposición atómica del carbono 14 emite un electrón). Según la cantidad de electrones detectados en un plazo de tiempo concreto, puede determinarse la cantidad de carbono 14 presente en la muestra y, por lo tanto, determinar cuánto tiempo ha pasado desde la muerte de la muestra biológica.
De nuevo los partidarios o creyentes, que no se quieran dar por vencidos, exponen que las muestras se tomaron de los remiendos de unas monjas después de un incendio, cuando eso no es verdad, dado que el corte se efectuó sobre el lienzo original. Pero bueno, siempre habrá quien quiera afirmar que tres laboratorios distintos, que no se conocían entre sí, dieron el mismo resultado erróneo, habiéndose confundido los tres laboratorios en la prueba efectuada por el Carbono 14. Es lo que tiene la fe, que mueve montañas. Y aun así, los partidarios o creyentes, necesitan de esa Síndone, como ellos la llaman, pues todo en ella es mágico y no están dispuestos a que les tiren por tierra su invento. Me recuerda, en cierta forma, al manto mágico de la Virgen de Guadalupe. Y es que, una vez más los partidarios o creyentes, afirman que el Carbono 14 no invalida el resto de pruebas.
Pues bien, las pruebas que ellos mismos exponen, se pueden invalidar de forma muy fácil. Conozcamos algunos de estos puntos, los principales; aunque ya sabemos que, con el tiempo, siempre intentan introducir alguna nueva tentativa, según ellos, para intentar no darle entierro a este asunto.
Se argumenta, por parte de sus defensores, que la Síndone ha sido atacada en numerosos lugares, cuando prácticamente más del 90% de artículos que circulan por Internet son a favor de la creencia en la Sábana Santa, habiendo apenas unos pocos que la cuestionan.
Fue por ese motivo que, un buen día, me dispuse a saber algo más sobre este espinoso asunto. Y cuál fue mi sorpresa que me topé con que era muy fácil desmontar las pruebas a favor de su supuesta legitimidad, más allá de la sinrazón y los dogmas de la fe.
Nada de extrañar si, dejando de lado el ser políticamente correcto, uno se da cuenta de que cualquier religión es fácil de desmontar desde el análisis histórico, más allá de los inventos que las adornan. Recordemos que todas estas reliquias aparecen durante la Edad Media, después de que el 31 de diciembre del año 999 (momento en el cual la iglesia se hartó de conceder indulgencias a cambio de propiedades para adquirir un espacio en el cielo), llegado el 1 de enero del año 1000 no sucedió nada, ni fin del mundo, ni nueva venida de Cristo a la Tierra.
Perdida la fe y la esperanza, las gentes dejaron de acudir a las iglesias. Hubo que volver a motivar a la población con reliquias de santos, vírgenes o del propio Cristo, pero siempre con propiedades mágicas.
Así aparecieron objetos de los que no se tenía constancia hasta ese momento: la lanza de Longinos, clavos de Cristo, fragmentos del Lignum Crucis, el Santo Grial… y cómo no, la Sábana Santa. Recordemos que los partidarios, o más bien feligreses de la llamada Sábana Santa, sufrieron un varapalo después de los exámenes concluyentes de la prueba del Carbono 14 realizada en 1988, cuando tres laboratorios de Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, fecharon mediante el carbono 14 “el lino del sudario de Turín entre 1260 y 1390 (±10 años), con una fiabilidad del 95%”.
El resultado del análisis se publicó en la revista Nature sin que, casi 30 años después, haya sido refutado en ninguna publicación científica.
El carbono 14 no hizo sino confirmar lo que otras muchas evidencias apuntaban desde que apareció la reliquia en Francia a mediados del siglo XIV. En la historia queda cuando Pierre d’Arcis, obispo de Troyes, alertó a Clemente VII, papa de Avignon, del origen fraudulento del sudario. D’Arcis escribió en 1389 al antipapa una carta en la que le explicaba que su antecesor, el obispo Henri de Poitiers, había descubierto quién había pintado la sábana, además de cómo los canónigos de Lirey simulaban milagros de lo que presentaban como la mortaja de Cristo. Una bula de Clemente VII autorizó en enero de 1389 la exhibición de la tela con, entre otras condiciones, la de que se advirtiera de que “la figura o representación no es el verdadero Sudario de Nuestro Señor, sino que se trata de una pintura o un cuadro de la Sábana Santa”.
Sobre el carbono 14, ¿cómo es posible cuestionarlo? Los partidarios o creyentes refutan que las muestras tomadas del sudario estuvieron contaminadas con diversos incendios. Y es que estos parecen no conocer cómo funciona la datación con Carbono 14.
En este sistema de datación las partes se queman una vez limpiada de impurezas (es decir, las tres muestras fueron lavadas previamente), de forma que el carbono contenido en la misma se convierta en dióxido de carbono (CO2). Una vez purificado este CO2, se introduce en un aparato llamado «contador proporcional». El contador proporcional cuenta el número de electrones emitidos por la muestra (cada descomposición atómica del carbono 14 emite un electrón). Según la cantidad de electrones detectados en un plazo de tiempo concreto, puede determinarse la cantidad de carbono 14 presente en la muestra y, por lo tanto, determinar cuánto tiempo ha pasado desde la muerte de la muestra biológica.
De nuevo los partidarios o creyentes, que no se quieran dar por vencidos, exponen que las muestras se tomaron de los remiendos de unas monjas después de un incendio, cuando eso no es verdad, dado que el corte se efectuó sobre el lienzo original. Pero bueno, siempre habrá quien quiera afirmar que tres laboratorios distintos, que no se conocían entre sí, dieron el mismo resultado erróneo, habiéndose confundido los tres laboratorios en la prueba efectuada por el Carbono 14. Es lo que tiene la fe, que mueve montañas. Y aun así, los partidarios o creyentes, necesitan de esa Síndone, como ellos la llaman, pues todo en ella es mágico y no están dispuestos a que les tiren por tierra su invento. Me recuerda, en cierta forma, al manto mágico de la Virgen de Guadalupe. Y es que, una vez más los partidarios o creyentes, afirman que el Carbono 14 no invalida el resto de pruebas.
Pues bien, las pruebas que ellos mismos exponen, se pueden invalidar de forma muy fácil. Conozcamos algunos de estos puntos, los principales; aunque ya sabemos que, con el tiempo, siempre intentan introducir alguna nueva tentativa, según ellos, para intentar no darle entierro a este asunto.
Aquí está la relación de diez puntos que tiran por tierra cualquier teoría que pretenda demostrar que la Síndone de Turín, conocida por Sábana Santa, cubrió el cuerpo de Jesús de Nazaret.
1 Los sindonólogos creen estar ante uno de esos misterios inexplicables, en el que se achaca la emisión producida por una radiación al hecho de ver esa figura impregnada en la sábana. Se dice que no hay nada que pueda explicar ese efecto. Y eso no es verdad. Secondo Pía la fotografió en 1898, dándose cuenta de un particular detalle. Se trataba de un negativo fotográfico. Y dio en la clave. Eso sí, no todo es un negativo en la imagen, pues si hubiera habido una fuerte radiación, la misma sangre que impregna el lienzo hubiera sufrido la misma transformación en negativo. Pero no, la sangre es sólo sangre. No sólo eso, tratándose de un negativo y teniendo en consideración el color de la barba del negativo, que es oscura, eso implicaría que la barba original del positivo debería ser blanca. ¿Y desde cuándo se representó a Jesús con barba blanca? Aquí vemos uno de los primeros fallos del autor de la falsificación.
A todo ello hay que contar que la barba de la Sábana Santa está cortada por la mitad, un estilo que corresponda a la moda bizantina, como la del Pantócrator de Dafne, y no al estilo que debería portar la barba ajada de un judío del siglo I.
En cualquier caso, tratándose de una fotografía, ¿ya existían las técnicas fotográficas en tiempos pasados? Sí, la cámara oscura ya se había inventado en Bagdad en el siglo VI, apareciendo en el libro “Tratado öptico” del árabe Alhacén, en el año 965.
Mi experimento se basó en cualquier Pantocrator bizantino, como el de Dafne. El resultado a la vista está. Es tan bueno que podría confundirse con la Sábana Santa de Turín. Incluso se puede realizar una tomografía con mi experimento y el resultado sería una escultura 3D. No hay escrutinio que pueda afirmar que hay fallos en mi experimento.
Se comenta que la Sábana Santa oculta una tomografía, pero en realidad se trata de una reconstrucción tomográfica. Las proyecciones de un objeto a determinado ángulo theta están conformadas por una serie de integrales de línea. En las tomografías axiales computarizadas de rayos-X, los integrales de línea representan la atenuación total del haz de rayos-X mientras estas viajan en línea recta a través del objeto. Como he mencionado anteriormente, la imagen resultante es un modelo 2D (ó 3D) del coeficiente de absorción. Hablando de una manera más comprensible, con cualquier imagen 2D se puede obtener una reconstrucción tomográfica 3D. Hoy en día se hace con el filtro 3D de Adobe Photoshop sobre cualquier imagen bidimensional.
Hasta el pelo no cae hacia abajo, como sí sucedería si el cuerpo hubiera sido depositado sobre una piedra o altar, sino que posa horizontal sobre la Sábana Santa. Otro despropósito más.
1 Los sindonólogos creen estar ante uno de esos misterios inexplicables, en el que se achaca la emisión producida por una radiación al hecho de ver esa figura impregnada en la sábana. Se dice que no hay nada que pueda explicar ese efecto. Y eso no es verdad. Secondo Pía la fotografió en 1898, dándose cuenta de un particular detalle. Se trataba de un negativo fotográfico. Y dio en la clave. Eso sí, no todo es un negativo en la imagen, pues si hubiera habido una fuerte radiación, la misma sangre que impregna el lienzo hubiera sufrido la misma transformación en negativo. Pero no, la sangre es sólo sangre. No sólo eso, tratándose de un negativo y teniendo en consideración el color de la barba del negativo, que es oscura, eso implicaría que la barba original del positivo debería ser blanca. ¿Y desde cuándo se representó a Jesús con barba blanca? Aquí vemos uno de los primeros fallos del autor de la falsificación.
A todo ello hay que contar que la barba de la Sábana Santa está cortada por la mitad, un estilo que corresponda a la moda bizantina, como la del Pantócrator de Dafne, y no al estilo que debería portar la barba ajada de un judío del siglo I.
En cualquier caso, tratándose de una fotografía, ¿ya existían las técnicas fotográficas en tiempos pasados? Sí, la cámara oscura ya se había inventado en Bagdad en el siglo VI, apareciendo en el libro “Tratado öptico” del árabe Alhacén, en el año 965.
Roger
Bacon en el siglo XIII lo llamó “luna cornata”, pues amplió su uso
haciendo que esta técnica permitiera impregnar telas de imágenes. Bacon
fue acusado de herejía por usar como modelos para sus fotografías, ni
más ni menos, que a cadáveres.
Los alquimistas medievales se sabe que usaban haluros de plata para ennegrecer partes de una tela empapada con una exposición prolongada al Sol. Tomás de Aquino, en el siglo XIII, habla de las propiedades de las sales de plata o cloruros de plata, para realizar fotografías.
Para realizar el experimento de la “luna cornata” usé una tela recubierta de yoduro de plata. No es cloruro de plata, como algunos pudieran imaginar. El yoduro deja ese color característico amarillo y reacciona ante la luz para convertirse en una placa fotográfica. También se puede usar yoduro de mercurio. De hecho, en los análisis efectuados por el doctor McCrone sobre la Sábana Santa de Turín se encontró que todo el tejido estaba cubierto con esta capa de yoduros.
El cómo se realizó la Sábana Santa lo explicaré al final. Anticipo que no se trata de una pintura, porque estoy harto de que los partidarios o creyentes me expongan este argumento. Simplemente digo que se trata de una fotografía medieval.
Los alquimistas medievales se sabe que usaban haluros de plata para ennegrecer partes de una tela empapada con una exposición prolongada al Sol. Tomás de Aquino, en el siglo XIII, habla de las propiedades de las sales de plata o cloruros de plata, para realizar fotografías.
Para realizar el experimento de la “luna cornata” usé una tela recubierta de yoduro de plata. No es cloruro de plata, como algunos pudieran imaginar. El yoduro deja ese color característico amarillo y reacciona ante la luz para convertirse en una placa fotográfica. También se puede usar yoduro de mercurio. De hecho, en los análisis efectuados por el doctor McCrone sobre la Sábana Santa de Turín se encontró que todo el tejido estaba cubierto con esta capa de yoduros.
El cómo se realizó la Sábana Santa lo explicaré al final. Anticipo que no se trata de una pintura, porque estoy harto de que los partidarios o creyentes me expongan este argumento. Simplemente digo que se trata de una fotografía medieval.
Mi experimento se basó en cualquier Pantocrator bizantino, como el de Dafne. El resultado a la vista está. Es tan bueno que podría confundirse con la Sábana Santa de Turín. Incluso se puede realizar una tomografía con mi experimento y el resultado sería una escultura 3D. No hay escrutinio que pueda afirmar que hay fallos en mi experimento.
Se comenta que la Sábana Santa oculta una tomografía, pero en realidad se trata de una reconstrucción tomográfica. Las proyecciones de un objeto a determinado ángulo theta están conformadas por una serie de integrales de línea. En las tomografías axiales computarizadas de rayos-X, los integrales de línea representan la atenuación total del haz de rayos-X mientras estas viajan en línea recta a través del objeto. Como he mencionado anteriormente, la imagen resultante es un modelo 2D (ó 3D) del coeficiente de absorción. Hablando de una manera más comprensible, con cualquier imagen 2D se puede obtener una reconstrucción tomográfica 3D. Hoy en día se hace con el filtro 3D de Adobe Photoshop sobre cualquier imagen bidimensional.
2
La tela del lino, dicen los supuestos expertos, corresponde al siglo I.
La tela del lino se entrelaza en su giro en sentido horario, y los
obenques judíos no seguían esta técnica. Ni por asomo esa industria es
del siglo I. Es más, en el año 2009 se encontró en Jerusalén un sudario
datado en el siglo I, que permitió conocer realmente qué sistemáticas se
usaban en la confección de estos tejidos.
El
paño difiere mucho de la Sábana Santa de Turín, lo que llevó a concluir
que esta última no data de aquellos años. Se trata de una tela mucho
más sencilla, con una textura diferente y dividida en dos piezas,
mientras que la famosa reliquia es más compleja y está elaborada en una
sola pieza.
El estudio aparece en la publicación científica en internet PloS ONE Journal (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0008319. En el enlace se observan las enormes diferencias entre un auténtico sudario del siglo I y el de la Síndone de Turín.
El estudio aparece en la publicación científica en internet PloS ONE Journal (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0008319. En el enlace se observan las enormes diferencias entre un auténtico sudario del siglo I y el de la Síndone de Turín.
3 Las longitudes de las anatomías del cuerpo de la Síndone son
incorrectas. La cabeza está desproporcionada. El resto del cuerpo
contiene ocho veces y media la cabeza, cuando en cualquier cuerpo la
proporción es de siete. El cuello de la figura de la Sábana tiene una
línea de ensamblaje entre la cabeza y el tronco, lo que denota una doble
exposición fotográfica. Y por último la longitud por la parte frontal
es de 1,83 metros, mientras que la parte dorsal tiene cinco centímetros
menos, como si se tratara de dos cuerpos distintos.
El hombre de la sábana santa, que supera los 1,80 metros de altura y los 80 kilos de peso, está en una postura imposible. Mientras que en la imagen frontal aparece relajado, con ambas piernas totalmente estiradas, en la vista dorsal está impresa la planta del pie derecho, lo que exigiría que hubiera doblado una rodilla. En el rostro no hay ninguna simetría y la larga melena no cae hacia la nuca, sino que se mantiene suspendida como por arte de magia.
Pero aún hay más. Cuando alguien se tumba de espaldas, las nalgas quedan aplastadas contra la superficie en la que el cuerpo reposa y eso no ocurre con la figura de la sábana, que, en el colmo del puritanismo, oculta los genitales con las manos, qué casualidad. Es como si el creador de la misma se autocensurara.
Y lo más descabellado e inverosímil es el rostro. Cuando a una persona le depositan una sábana sobre la cara ésta le cuelga por las orejas. La impregnación fotográfica (o radiación para los creyentes) mostraría al desplegarse la sábana un rostro deforme, con las orejas muy separadas de los ojos, es decir un rostro ancho, pues el tejido le habría caído por los lados. ¡Pero no! Nuevo fallo del autor de la Síndone, el rostro es simétrico y no sufre el efecto de haberse consignado sobre la cara de nadie.
El hombre de la sábana santa, que supera los 1,80 metros de altura y los 80 kilos de peso, está en una postura imposible. Mientras que en la imagen frontal aparece relajado, con ambas piernas totalmente estiradas, en la vista dorsal está impresa la planta del pie derecho, lo que exigiría que hubiera doblado una rodilla. En el rostro no hay ninguna simetría y la larga melena no cae hacia la nuca, sino que se mantiene suspendida como por arte de magia.
Pero aún hay más. Cuando alguien se tumba de espaldas, las nalgas quedan aplastadas contra la superficie en la que el cuerpo reposa y eso no ocurre con la figura de la sábana, que, en el colmo del puritanismo, oculta los genitales con las manos, qué casualidad. Es como si el creador de la misma se autocensurara.
Y lo más descabellado e inverosímil es el rostro. Cuando a una persona le depositan una sábana sobre la cara ésta le cuelga por las orejas. La impregnación fotográfica (o radiación para los creyentes) mostraría al desplegarse la sábana un rostro deforme, con las orejas muy separadas de los ojos, es decir un rostro ancho, pues el tejido le habría caído por los lados. ¡Pero no! Nuevo fallo del autor de la Síndone, el rostro es simétrico y no sufre el efecto de haberse consignado sobre la cara de nadie.
Me gusta explicar a quienes quieren oírlo que esto es como si pintaras
una cara sobre un globo, con las orejas a ambos lados. Pincha el globo,
extiende el rostro y verás cómo la cara queda ensanchada. Pues imagina
que una sábana se hubiera depositado sobre el rostro de una persona con
betún. Si quedara impregnado, al desplegarse este trapo, se mostraría
una cara ensanchada. Ya ocurrió con la máscara del rey Agamenón de, 1550
a.C., que muestra este efecto.
Hasta el pelo no cae hacia abajo, como sí sucedería si el cuerpo hubiera sido depositado sobre una piedra o altar, sino que posa horizontal sobre la Sábana Santa. Otro despropósito más.
4 La perforación en las muñecas es falsa. No sé de dónde habrá salido esa
conclusión actual, pero basta mirar el original para darse cuenta de que
el hombre del sudario está crucificado por el metacarpo. Algunos pueden
aludir que es el carpo, pero el carpo es todo hueso, así que debería
ser entre medio de los huesos cubito y radio, como así ajusticiaban los
romanos. Como el clavo se advierte en la zona del carpo, los creyentes
de la Sábana Santa argumentan que esa es la parte del dorso y que por la
parte de la palma entró correctamente, habiendo atravesado los clavos
oblicuamente en ambas manos. Para echarse a reír. Cualquiera con un par
de ojos bien entrenados puede ver que la Sábana Santa muestra a un
hombre crucificado por la zona del metacarpo, como siempre se representó
a todos los Cristos, y eso es improbable que sucediera, pues el peso
del hombre de la Sábana Santa hubiera desgarrado la piel.
5 La sangre localizada en el lienzo, afirman los creyentes, es del tipo
AB, muy común entre los judíos de la época. Esto sólo ya desmontaría
cualquier prueba a favor. Veamos, los tipos de sangre son cuatro: A, AB,
B y O. El grupo AB apareció hace 1500 años, por una mutación genética.
Es de reciente evolución y un grupo muy raro. Cualquier médico sabe de
este particular.Pero aún viene lo mejor. El grupo AB al que
supuestamente atribuyen la sangre de Jesús en la Síndone sólo representa
el 1% de la población de Israel. No es nada común en los hebreos, todo
lo contrario. El grupo sanguíneo más habitual es el Universal (37% entre
hebreos) y el A+ (34%). Más información sobre los grupos sanguíneos de
las poblaciones en http://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_sanguíneo Es decir, la sangre del tipo AB es asiática, no judía.
6 Los pólenes, siguen insistiendo los creyentes, refutan que la Sábana es del siglo I.
Es cierto que hay pólenes. Se encargó al palinólogo Max Frei, de la Universidad de Zurich, que realizara este análisis. En 1978 Frei usó cintas adhesivas para tal cometido. El mismo Max Frei que falsificó el diario de Hitler, con el escándalo que se produjo en la revista alemana Stein y que acabó en los tribunales. Y es que en 1983 se publicaron lo que algunos medios aseguraban eran los diarios de Hitler. Max Frei examinó la caligrafía de los mismos, concluyendo que ésta era real y por tanto estábamos ante los auténticos diarios del dictador. Pues bien, 15 días después de que Frei expusiera tal barbaridad, se demostró que el papel de los supuestos diarios era del año 1950 (tenía un aditivo detectable bajo luz ultravioleta que se empezó a usar en 1954) y la cromatografía permitió descubrir que estaba escritos recientemente. Vamos, cuando Hitler ya había fallecido.¿Qué tenemos entonces? Que los partidarios o creyentes dan por buenas las versiones de Frei (el de los diarios de Hitler) con sus pruebas concluyentes respecto al polen de la Sábana Santa.
Frei afirma haber aislado los granos de pólenes más comunes, habiendo descartado estos, quedándose con 26 muestras de los más raros. De las 26 muestras analizadas, Frei concluyó que sólo dos pertenecen a plantas originarias del Oriente Próximo, especialmente del desierto y las estepas. Y aunque los pólenes podían haberse datado para saber a qué época pertenecían, Frei nunca llevó a cabo este análisis. Frei sólo dijo que, de las 26 muestras distintas, 2 parecían pertenecer a la zona de Palestina.
Aun así, los partidarios de la Sábana Santa afirman y vuelven a alegar que Max Frei dictaminó que todas las muestras de pólenes eran de la Palestina del siglo I.
En ocasiones veo que la paradoja del teléfono se cumple. Uno dice una cosa, y cuando llega al otro lado del hilo telefónico, del mensaje original ya no queda nada.En cualquier caso, todo el mundo parece haberse olvidado que la Síndone lleva viajando desde hace más de 6 siglos por todo el mundo, cuando comenzó la primera ostensión de la sábana en el siglo XIV. Así que es lógico que se haya embebido de pólenes de varios países. Pudo haber viajado, en época medieval, por la Palestina medieval, para su exposición, por supuesto.
Sin embargo, el botánico francés Jacques-Louis de Beaulieu, de la Universidad de Marsella, revisó el trabajo de Frei y llegó a la conclusión de que éste había cometido muchísimos errores al datar la clasificación de los pólenes, tan abultados que no había ninguno que en realidad procedería de Oriente Próximo ni de Palestina.¿Por qué nunca se cita el trabajo de Jacques-Louis de Beaulieu y sí el de Max Frei? ¡Vivir para ver!
Es cierto que hay pólenes. Se encargó al palinólogo Max Frei, de la Universidad de Zurich, que realizara este análisis. En 1978 Frei usó cintas adhesivas para tal cometido. El mismo Max Frei que falsificó el diario de Hitler, con el escándalo que se produjo en la revista alemana Stein y que acabó en los tribunales. Y es que en 1983 se publicaron lo que algunos medios aseguraban eran los diarios de Hitler. Max Frei examinó la caligrafía de los mismos, concluyendo que ésta era real y por tanto estábamos ante los auténticos diarios del dictador. Pues bien, 15 días después de que Frei expusiera tal barbaridad, se demostró que el papel de los supuestos diarios era del año 1950 (tenía un aditivo detectable bajo luz ultravioleta que se empezó a usar en 1954) y la cromatografía permitió descubrir que estaba escritos recientemente. Vamos, cuando Hitler ya había fallecido.¿Qué tenemos entonces? Que los partidarios o creyentes dan por buenas las versiones de Frei (el de los diarios de Hitler) con sus pruebas concluyentes respecto al polen de la Sábana Santa.
Frei afirma haber aislado los granos de pólenes más comunes, habiendo descartado estos, quedándose con 26 muestras de los más raros. De las 26 muestras analizadas, Frei concluyó que sólo dos pertenecen a plantas originarias del Oriente Próximo, especialmente del desierto y las estepas. Y aunque los pólenes podían haberse datado para saber a qué época pertenecían, Frei nunca llevó a cabo este análisis. Frei sólo dijo que, de las 26 muestras distintas, 2 parecían pertenecer a la zona de Palestina.
Aun así, los partidarios de la Sábana Santa afirman y vuelven a alegar que Max Frei dictaminó que todas las muestras de pólenes eran de la Palestina del siglo I.
En ocasiones veo que la paradoja del teléfono se cumple. Uno dice una cosa, y cuando llega al otro lado del hilo telefónico, del mensaje original ya no queda nada.En cualquier caso, todo el mundo parece haberse olvidado que la Síndone lleva viajando desde hace más de 6 siglos por todo el mundo, cuando comenzó la primera ostensión de la sábana en el siglo XIV. Así que es lógico que se haya embebido de pólenes de varios países. Pudo haber viajado, en época medieval, por la Palestina medieval, para su exposición, por supuesto.
Sin embargo, el botánico francés Jacques-Louis de Beaulieu, de la Universidad de Marsella, revisó el trabajo de Frei y llegó a la conclusión de que éste había cometido muchísimos errores al datar la clasificación de los pólenes, tan abultados que no había ninguno que en realidad procedería de Oriente Próximo ni de Palestina.¿Por qué nunca se cita el trabajo de Jacques-Louis de Beaulieu y sí el de Max Frei? ¡Vivir para ver!
7 Lo que hay que leer por Internet. Este párrafo está en todas partes: “Un
grupo de la NASA comprobó la absoluta ausencia de pigmentos, tintas u
otros medios de pintura en la Sábana Santa. No hay imagen del cuerpo
bajo las manchas de sangre. Por lo tanto, la imagen se formó después de
las manchas de sangre. La imagen del cuerpo del Hombre de la Sábana no
está hecha manualmente: no es una pintura, ni una quemadura (las
quemaduras existentes no son parte de la imagen, sino que fueron
causadas por un incendio en 1532). El origen de la misma es un enigma
científico que todavía no se ha resuelto. No se conocen los mecanismos
físico-químicos que han producido esta oxidación y deshidratación de las
fibras más superficiales del tejido. Sobre la Sábana no hay huellas de
pigmentos colorantes. La imagen es el resultado de deshidratación y
oxidación de la celulosa contenida en las fibras en la superficie de la
tela. Pero cómo se formó es un misterio”. ¿Qué hay de verdad en lo anterior?
La Sábana Santa fue un asunto exclusivamente religioso hasta que, a finales de los años 70, se comenzó a decir que la NASA la había examinado. La información llegó a España a través de las revistas esotéricas Karma.7 y Mundo Desconocido. La NASA nunca examinó el lienzo de Turín.
La investigación corrió a cargo del Proyecto para la Investigación del Sudario de Turín (STURP), un grupo de creyentes vinculado a la religiosa Hermandad del Santo Sudario del que formaban parte, a título particular, algunas personas vinculadas a la NASA. El STURP no perseguía analizar la pieza, sino demostrar su origen milagroso. No adaptar los datos experimentales a lo que esperaban los miembros del STURP costó al microanalista forense Walter McCrone su expulsión del grupo por anunciar la presencia de yoduros (aquí tenemos la técnica fotográfica de la “luna cornata”) y otras sustancias químicas (véase su análisis en este enlace: http://www.mcri.org/home/section/63-64/the-shroud-of-turin) al analizar los restos de la supuesta sangre de la sábana.
Explicó que las partículas de pigmento se hallaban pegadas entre sí gracias a un fijador orgánico, que identificó como témpera al colágeno. McCrone auguró en 1980 que, si algún día se hacía, la prueba del carbono 14 dataría la tela en torno al 1356, diez años más o menos. Vittorio Pesce, antropólogo de la Universidad de Bari, mantenía meses antes de la datación por radiocarbono que la sábana había sido confeccionada entre 1250 y 1350. Y es que los documentos históricos, la iconografía, los materiales y las técnicas empleadas bastaban y sobraban para situar la aparición de la sábana en Francia a mediados del siglo XIV.
En mi experimentación personal he acabado por comprobar que, el que las primeras capas de las fibras estén quemadas, no responde a ningún proceso sobrenatural, sino al transcurso habitual de los yoduros de plata con una exposición de varios minutos al Sol. Mis propios análisis microscópicos de mi muestra o réplica son exactamente idénticos a los de los exámenes de la Síndone de Turín hasta el más mínimo detalle, lo que muestra a las claras que la única técnica que se usó en la falsificación de la Síndone fue la llamada “luna cornata” medieval.
La Sábana Santa fue un asunto exclusivamente religioso hasta que, a finales de los años 70, se comenzó a decir que la NASA la había examinado. La información llegó a España a través de las revistas esotéricas Karma.7 y Mundo Desconocido. La NASA nunca examinó el lienzo de Turín.
La investigación corrió a cargo del Proyecto para la Investigación del Sudario de Turín (STURP), un grupo de creyentes vinculado a la religiosa Hermandad del Santo Sudario del que formaban parte, a título particular, algunas personas vinculadas a la NASA. El STURP no perseguía analizar la pieza, sino demostrar su origen milagroso. No adaptar los datos experimentales a lo que esperaban los miembros del STURP costó al microanalista forense Walter McCrone su expulsión del grupo por anunciar la presencia de yoduros (aquí tenemos la técnica fotográfica de la “luna cornata”) y otras sustancias químicas (véase su análisis en este enlace: http://www.mcri.org/home/section/63-64/the-shroud-of-turin) al analizar los restos de la supuesta sangre de la sábana.
Explicó que las partículas de pigmento se hallaban pegadas entre sí gracias a un fijador orgánico, que identificó como témpera al colágeno. McCrone auguró en 1980 que, si algún día se hacía, la prueba del carbono 14 dataría la tela en torno al 1356, diez años más o menos. Vittorio Pesce, antropólogo de la Universidad de Bari, mantenía meses antes de la datación por radiocarbono que la sábana había sido confeccionada entre 1250 y 1350. Y es que los documentos históricos, la iconografía, los materiales y las técnicas empleadas bastaban y sobraban para situar la aparición de la sábana en Francia a mediados del siglo XIV.
En mi experimentación personal he acabado por comprobar que, el que las primeras capas de las fibras estén quemadas, no responde a ningún proceso sobrenatural, sino al transcurso habitual de los yoduros de plata con una exposición de varios minutos al Sol. Mis propios análisis microscópicos de mi muestra o réplica son exactamente idénticos a los de los exámenes de la Síndone de Turín hasta el más mínimo detalle, lo que muestra a las claras que la única técnica que se usó en la falsificación de la Síndone fue la llamada “luna cornata” medieval.
8 Hay quienes quieren confundir la prueba del Carbono 14 que se realizó en
1988 a la misma, arguyendo que la concentración de isotopos en las
cifras cambia si se manosea o calienta el objeto. Pero cualquier
científico conoce perfectamente que, por mucha manipulación que haya, la
velocidad a la que se desintegran los átomos inestables no se ve
afectada por nada. Dado que la fibra del tejido está lavada para cada
una de las muestras, no hay contaminación posible que afecte a la
datación tampoco.
Recuérdese que el 31 de octubre de 1988 se hicieron públicos los resultados del Carbono 14 en la Sábana Santa. El resultado aportado fue que la misma procedía entre los años 1260 y 1390, sin ningún género de dudas.
Los sindónólogos, a pesar de que se habían realizado pruebas en tres laboratorios diferentes, argumentaron que no daban por válida esta fecha, y que las pruebas del Carbono 14 no eran infalibles, como expuse al principio. Y se repiten hasta la saciedad con este tema, que tan aburrido resulta.
Se achacó a los resultados de los laboratorios como propios de persecuciones contra el Vaticano, otros dijeron que un cuerpo humano en descomposición contamina la prueba del C-14, que las capas de suciedad de la tela desmontaban la prueba del C-14 (teniendo en consideración que, como he dicho, cada muestra fue lavada antes de someterla al C-14), y la mejor de todas, que el trozo analizado del exterior era en realidad el remiendo que las monjas cosieron después de un incendio en la Edad Media.
A la técnica del remiendo de las monjas la llamaron “zurcido invisible” porque no se aprecia en la Sábana Santa que sea ningún parche. Pues bien, la técnica de cosido “zurcido invisible” jamás existió. Y si hubiera sido un parche o remiendo de las monjas se habría apreciado enseguida, así como la diferencia de color entre siglos.
Recuérdese que el 31 de octubre de 1988 se hicieron públicos los resultados del Carbono 14 en la Sábana Santa. El resultado aportado fue que la misma procedía entre los años 1260 y 1390, sin ningún género de dudas.
Los sindónólogos, a pesar de que se habían realizado pruebas en tres laboratorios diferentes, argumentaron que no daban por válida esta fecha, y que las pruebas del Carbono 14 no eran infalibles, como expuse al principio. Y se repiten hasta la saciedad con este tema, que tan aburrido resulta.
Se achacó a los resultados de los laboratorios como propios de persecuciones contra el Vaticano, otros dijeron que un cuerpo humano en descomposición contamina la prueba del C-14, que las capas de suciedad de la tela desmontaban la prueba del C-14 (teniendo en consideración que, como he dicho, cada muestra fue lavada antes de someterla al C-14), y la mejor de todas, que el trozo analizado del exterior era en realidad el remiendo que las monjas cosieron después de un incendio en la Edad Media.
A la técnica del remiendo de las monjas la llamaron “zurcido invisible” porque no se aprecia en la Sábana Santa que sea ningún parche. Pues bien, la técnica de cosido “zurcido invisible” jamás existió. Y si hubiera sido un parche o remiendo de las monjas se habría apreciado enseguida, así como la diferencia de color entre siglos.
Después de tantas discusiones, algunos laboratorios solicitaron una
nueva muestra para analizar, que el propio Vaticano rechazó,
argumentando que ellos no necesitan más pruebas. Mi impresión de los
hechos es que el propio Vaticano creyó que la falsificación estaba tan
bien realizada que pasaría la prueba del C-14. Ahora vuelven los
fantasmas, y saben perfectamente que un nuevo análisis ratificaría la
datación, sin posibilidad alguna de defensa, por lo que ni ahora ni más
adelante habrá nuevas pruebas de datación de Carbono 14, por mucho rumor
que haya.
9 También se dice que hay leptones romanos en los ojos del difunto, pero
cuando se observan las llamadas monedas, sólo se observan unas líneas
concéntricas que forman parte de las arrugas del lienzo. Es decir,
estamos ante una pareidolia. Este particular no se ha mencionado en
ningún estudio serio sobre la Síndone, y sí que se recoge en todas las
publicaciones esotéricas como prueba irrefutable, cuando no se contempla
dibujo de leptón o moneda romana en ninguno de los ojos.
Cabe hacer notar que los judíos nunca tuvieron como costumbre enterrar a
los suyos con monedas en los ojos. Lo hubieran considerado pagano, dado
que ese hábito era el de los romanos, que solían hacerse enterrar con
monedas para Caronte, el barquero.
10 La primera ostensión lo dice todo…. La historia documentada de la tela
ahora guardada en Turín como tal empieza en 1357, cuando la viuda del
caballero francés Geoffroy de Charny la expuso en una iglesia en Lirey
(diócesis de Troyes, Francia).
En 1389, el obispo Pierre D’Arcis denunció en una carta al papa de Aviñón que la imagen era un fraude, indicando que ya había sido denunciada anteriormente por su predecesor Henri de Poitiers, al que le extrañaba que no fuera mencionada en ningún Evangelio.Según D’Arcis: “Un examen riguroso descubrió eventualmente cómo la imagen había sido astutamente pintada, siendo la verdad corroborada por el propio pintor, esto es, que fue producto de la mano del hombre y no fue forjada ni se formó milagrosamente”.Pese a las declaraciones del obispo D’Arcis, Clemente VII (primer antipapa del Gran Cisma de Occidente) prescribió indulgencias a los que peregrinaran al sudario, por lo que la veneración continuó, aunque no se le permitió el título de «Verdadero Sudario».
Hay un documento papal llamado “D’Arcis Memorandum” que certifica que la primera ostensión de la Síndone de Turín fue en Lirey, hacia el 1357. Antes de este año jamás se había visto en ninguna parte. Ya en 1670, el Papa Clemente X, da indulgencias a los que la visiten en su nuevo emplazamiento en Turín, orgulloso de exhibir una nueva Síndone, que ahora sí parecía más real, muy diferente de la Síndone de Lirey, del 1357. Es por ello que algunas teorías recientes comentan que quizás fuera Leonardo Da Vinci el que realizara la nueva Síndone, ya en época renacentista.
Todo y visto sólo algunos puntos, aunque podríamos estar horas rebatiendo puntos, sólo he querido colocar los diez principales que desmontan cualquier hipótesis de que estemos ante el sudario que envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret.
Nada de ello es real. El sudario de Turín se realizó, sin ningún género de dudas, entre los siglos XIII y XIV mediante la técnica medieval de la “luna cornata”, y con fallos anatómicos tan graves como los comentados, con un tejido de lienzo que sólo pudo crearse en la Edad Media, y con sangre esparcida de un tipo muy distinto entre los hebreos.
Pero aún con ello, los creyentes y fanáticos de la fe seguirán arguyendo sus tesis sobre pólenes que nunca estuvieron en Jerusalén, técnicas de crucifixión que no son propias de Roma (¿desde cuándo se cuelga a alguien por las palmas?), leptones romanos que ni están ni estuvieron, zurcidos invisibles para desmontar las pruebas del Carbono 14, y toda la enorme cantidad de barbaridades que se puedan imaginar.
En 1389, el obispo Pierre D’Arcis denunció en una carta al papa de Aviñón que la imagen era un fraude, indicando que ya había sido denunciada anteriormente por su predecesor Henri de Poitiers, al que le extrañaba que no fuera mencionada en ningún Evangelio.Según D’Arcis: “Un examen riguroso descubrió eventualmente cómo la imagen había sido astutamente pintada, siendo la verdad corroborada por el propio pintor, esto es, que fue producto de la mano del hombre y no fue forjada ni se formó milagrosamente”.Pese a las declaraciones del obispo D’Arcis, Clemente VII (primer antipapa del Gran Cisma de Occidente) prescribió indulgencias a los que peregrinaran al sudario, por lo que la veneración continuó, aunque no se le permitió el título de «Verdadero Sudario».
Hay un documento papal llamado “D’Arcis Memorandum” que certifica que la primera ostensión de la Síndone de Turín fue en Lirey, hacia el 1357. Antes de este año jamás se había visto en ninguna parte. Ya en 1670, el Papa Clemente X, da indulgencias a los que la visiten en su nuevo emplazamiento en Turín, orgulloso de exhibir una nueva Síndone, que ahora sí parecía más real, muy diferente de la Síndone de Lirey, del 1357. Es por ello que algunas teorías recientes comentan que quizás fuera Leonardo Da Vinci el que realizara la nueva Síndone, ya en época renacentista.
Todo y visto sólo algunos puntos, aunque podríamos estar horas rebatiendo puntos, sólo he querido colocar los diez principales que desmontan cualquier hipótesis de que estemos ante el sudario que envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret.
Nada de ello es real. El sudario de Turín se realizó, sin ningún género de dudas, entre los siglos XIII y XIV mediante la técnica medieval de la “luna cornata”, y con fallos anatómicos tan graves como los comentados, con un tejido de lienzo que sólo pudo crearse en la Edad Media, y con sangre esparcida de un tipo muy distinto entre los hebreos.
Pero aún con ello, los creyentes y fanáticos de la fe seguirán arguyendo sus tesis sobre pólenes que nunca estuvieron en Jerusalén, técnicas de crucifixión que no son propias de Roma (¿desde cuándo se cuelga a alguien por las palmas?), leptones romanos que ni están ni estuvieron, zurcidos invisibles para desmontar las pruebas del Carbono 14, y toda la enorme cantidad de barbaridades que se puedan imaginar.
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