En la mitología de los nativos australianos, los Wandjinas (que significa “cercano al agua”), son seres sobrenaturales, espíritus de la lluvia y las nubes, creadores de la vida en la Tierra. Son seres sabios que trajeron la civilización y la prosperidad a los pueblos de la zona.
En 1838, en una expedición enviada por la Royal Geographical Society británica, George Grey descubrió una gran cantidad de pinturas rupestres cerca de Glenelg River, Kimberley, al noroeste de Australia. Estas pinturas tienen como protagonistas a extraños seres antropomorfos llamados por los aborígenes “Wandjinas”.
Al encontrar la primera galería de Wandjinas, Grey escribió en su diario:
“… Parecía que salía de la roca; y me quedé ciertamente sorprendido cuando vi, por primera vez, aquella gigantesca cabeza y la parte superior del cuerpo, doblándose, desde la penumbra del abrigo rocoso, hacia mí”.
“… Parecía que salía de la roca; y me quedé ciertamente sorprendido cuando vi, por primera vez, aquella gigantesca cabeza y la parte superior del cuerpo, doblándose, desde la penumbra del abrigo rocoso, hacia mí”.
Los Wandjinas han sido representados profusamente en el arte rupestre de la región de Kimberley. Su aspecto es humanoide, con grandes ojos y sin boca, y usualmente sus cabezas están coronadas con una especie de aureola “lumínica”.
Según la tradición oral de los nativos, fueron los mismos Wandjinas quienes pintaron sus propias figuras en las paredes de las cuevas de Kimberley cuando descendieron a la Tierra en tiempos muy antiguos.
La tribu aborigen de la región de Kimberly se llama Unambal, una cultura que ha existido, según la historia oficial, desde hace por lo menos unos 60.000 años. La cueva en la que están representados los enigmáticos Wandjinas es considerada sagrada por estos aborígenes por tratarse de seres mitológicos asociados con la creación del mundo.
Dado que las pinturas están hechas con pigmentos de base mineral, no han podido ser datadas con el método de carbono 14 (sólo válido para restos orgánicos), y tradicionalmente, los arqueólogos han estimado la edad de estas pinturas en unos 5.000 años.
Pero en 1996, de forma casual, Grahame Walsh, observando las pinturas Wandjina de Kimberley, notó que un nido de avispas construido sobre una de las pinturas, estaba fosilizado, denotando una gran antigüedad.
Nido de avispas construido sobre una de las pinturas |
La datación del avispero reveló una antigüedad de unos 17.000 años y, por tanto, esa es la edad mínima de las pinturas Wandjina de Kimberley, pudiendo ser mucho más antiguas aún.
Cuentan las leyendas aborígenes que los Gyorn Gyorn, los primeros seres
humanos, no tenían orden ni organización, por lo que Wallungunder, el
Gran Jefe de los Wandjinas, al ver que podía ayudarlos a desarrollarse,
volvió a la Vía Láctea y trajo consigo muchos otros Wandjinas para que
le ayudaran en su misión.
Sus leyendas hablan de un “Tiempo de sueño” o “Tiempo de la Creación” (Lai Lai), en el cual los Wandjinas, liderados por Wallungunder, el “Gran Jefe”, descendieron desde el cielo para crear la Tierra y todos sus habitantes. Luego, viajaron por la región, enseñando a los nativos a cazar y recolectar.
Los mitos aborígenes australianos dicen que al inicio, la Tierra era blanda y amorfa, que fueron los Wandjinas quienes dragaron los ríos y cavaron los pozos de agua, elevaron las montañas y nivelaron las llanuras. En aquellos tiempos las piedras eran aún moldeables, y los Wandjinas construyeron sus hogares con ellas.
En la mitología de los aborígenes de Australia, la Serpiente Arco Iris es la deidad creadora de todo lo existente en el universo, y por esto, reviste un motivo común en su arte.
La Serpiente Arco Iris es conocida por infinidad de nombres en diferentes culturas aborígenes: se la conoce como Borlung por el pueblo Miali, Dhakkan por el Kuli, Kajura por el Ingarda, Goorialla por el Lardil, Kunmanggur por el Murinbata, Ngalyod por el Gunwinggu, Numereji por el Kakadu, Taipan por el Wikmunkan, Tulloun por el Mitakoodi, Wagyl por el Noongar, Wanamangura por el Talainji, y Witij por el Yolngu. Otros nombres incluyen Bolung, Galeru, Julunggul, Kenmare, Langal, Myndie, Muit, Ungud, Wollunqua, Wonambi, Wonungar, Worombi, Yero, Yingarna, y Yurlunggur.
Cuenta una leyenda que durante el Tiempo de Ensueño se libró una cruenta batalla en el monte Uluru, el punto más sagrado de la Australia aborigen, entre los Hombres Serpiente Venenosos y los Hombres Serpiente No Venenosos.
Los aborígenes australianos cuentan que Bulari, la Diosa Madre de la Tierra logró vencer a los Hombres Serpiente Venenosos con una nube de gases letales. Los supervivientes enemigos fueron encerrados hasta el día de hoy bajo el Uluru, actualmente llamado Ayers Rock.
Uluru, actualmente llamado Ayers Rock |
Se dice que otras batallas se libraron entre el Dios del Sol -que llegó del cielo en una nave- y el Dios de la Tierra en Moon City o Ciudad Secreta, otro punto sagrado del territorio australiano. Para los aborígenes estos lugares son los restos de ciudades construidas por los Arientas y Luritchas, seres que eran mitad hombre y mitad animal.
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