viernes, 13 de septiembre de 2019

El Coloso de Rodas


En el sudeste del mar Egeo, bajo la costa sudoccidental de Turquía, se encuentra la isla más grande del Dodecaneso griego. Su escaso tamaño (1.400 km2 aproximadamente) y su situación estratégica la convirtieron durante siglos en protagonista de todo tipo de avatares, destacando un llamativo y peculiar ir y venir de alianzas. Su nombre, sin embargo, quedó y permanecerá eternamente ligado a un suceso concreto acaecido en el siglo IV a. C. y a un monumento legendario: el Coloso de Rodas.
Si las Pirámides de la meseta de Guiza en Egipto ostentan el privilegio de ser la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que todavía sigue en pie (la mayor parte de su estructura), es precisamente poder verlas y tocarlas (e incluso entrar en su interior) lo que les arrebata el halo de leyenda que sí poseen el resto de obras: los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa en Éfeso, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Mausoleo de Halicarnaso, el Faro de Alejandría y nuestro protagonista: el Coloso de Rodas. Precisamente este último es el que ha despertado mayor fascinación y ha llegado hasta nuestros días debatiéndose entre la historia y la leyenda.

Retrocedemos hasta el año 305 a. C. Ptolomeo I se acababa de proclamar primer faraón de la dinastía ptolemaica. Rodas disponía de un gobierno independiente aliado con el nuevo rey de Egipto, lo que le enfrentaba al macedonio Demetrio I (Demetrio Poliorcetes, el asediador de ciudades), sucesor de Antígono I (general y uno de los sucesores de Alejandro Magno). Demetrio decidió asediar la isla con 40.000 hombres, pero el asedio, que duró un año entero, no obtuvo el fin deseado. Tras recibir el apoyo del ejército de Ptomoleo, los rodios no sólo salieron victoriosos, sino que vieron como sus atacantes se retiraban dejando abandonado gran cantidad de material militar. Así es como surgió la idea de construir el Coloso. Con las ganancias obtenidas en la venta del material, Rodas decidió construir un monumento a Helios (dios del Sol) que sirviera para conmemorar la victoria y demostrar su poder. La obra, dirigida por el escultor Cares de Lindos, fue ejecutada entre los años 292 y 280 a. C.
El monumento pretendía convertirse en el gran emblema de la isla, objetivo que fue logrado a pesar de que la escultura logró mantenerse en pie tan sólo cincuenta y cuatro años. En el año 226 a. C., un devastador terremoto que asoló la ciudad partió la estatua a la altura de las rodillas. Este desgraciado incidente, lejos de dar al traste con las intenciones de los rodios, provocó que todas las conjeturas acerca de cómo era el monumento o dónde se ubicaba hayan alimentado su leyenda a lo largo de los siglos.
Sobre una base de mármol blanco, se asentaba una escultura de 30 metros de altura formada por planchas de bronce que revestían una estructura construida con hierro y piedra. El coloso representaba a Helios, desnudo, portando una capa sobre su hombro o brazo izquierdo, mirando hacia el Este y sosteniendo una antorcha en una mano y una lanza en la otra. ¿Era exactamente así el Coloso de Rodas? No lo sabemos. Es tan sólo una de las posibles descripciones a partir de los diferentes textos que han llegado hasta nuestros días, como el de Plinio el Viejo en su Naturalis historia (Historia natural). Precisamente el texto de Plinio es un ejemplo de la enorme dificultad que entraña definir cómo pudo ser la escultura al dios griego. El escritor romano, que vivió durante el siglo I de nuestra era, habla del Coloso cuando éste ya está en el suelo, donde permaneció durante casi un milenio (hasta la invasión árabe en el 654 d. C.).
La imagen del Coloso que todos tenemos en mente, y como casi siempre se ha representado, es la del dios situado sobre la bocana del puerto, con las piernas abiertas, de modo que las embarcaciones pudieran pasar por debajo. Sin embargo, los últimos estudios se han puesto de acuerdo en señalar que dicha estructura no sólo no habría podido mantenerse en pie (se habría hundido por su propio peso), sino que habría implicado la necesidad de bloquear el acceso al puerto durante demasiado tiempo. Por ello plantean que, con toda probabilidad, la estatua no tenía las piernas abiertas y se situaba en el interior de la isla, en la Acrópolis, sobre la colina que hay detrás del puerto. Lo cierto es que, si esta conclusión es acertada, es muy decepcionante respecto a la imagen legendaria que ha llegado hasta nuestros días; aunque no deja de ser un monumento espectacular (casi tan alto como la Estatua de la Libertad) que debió despertar la admiración de las embarcaciones que navegaron por la zona.
Es muy probable que la escultura, al caer sobre la ciudad, fuera responsable de gran parte de los destrozos producidos por el terremoto. Para ello tenemos que dar por válida la hipótesis de que su ubicación era el interior de la isla y no la entrada al puerto. De haber sido así, habría caído sobre el agua y sus restos no habrían permanecido a la vista durante tanto tiempo. Los rodios declinaron el ofrecimiento de Ptomoleo III, que les propuso reconstruir el monumento (un oráculo les había dicho que su destrucción había sido voluntad de los dioses), probablemente temerosos de otro fatal desenlace.

Aunque estemos hablando únicamente del Coloso de Rodas, no está de más recordar que las Siete Maravillas del Mundo Antiguo no dejan de ser una elección caprichosa sin ningún criterio que pueda presumir de objetivo. También conviene señalar que la lista considerada hoy «oficial», coincidente con la de Antípatro de Sidón (siglo II a. C.), no es la única confeccionada, y que en cada una de las listas han entrado y salido lugares y monumentos bajo las preferencias e intenciones de cada autor. De hecho, la lista de Antípatro es la misma que la de Aristóbulo (siglo IV a. C.), historiador y arquitecto, que no pretendió otra cosa que resaltar la grandeza de Alejandro Magno describiendo las maravillas que contenía su imperio.
Como dato curioso, hay que decir que Rodas está indirectamente relacionada con otra de las siete maravillas, en concreto con el Mausoleo de Halicarnaso. Mausolo, que fue quien mandó construir para sí mismo el también legendario monumento funerario, tomó el control de la isla en el 357 a. C. La palabra mausoleo, «sepulcro magnífico y suntuoso» en la definición de la RAE, debe su existencia a Mausolo.

El Coloso de Leone


En el año 1961 se estrenó El Coloso de Rodas, una coproducción entre Francia, Italia y España. La película, dirigida por el conocido Sergio Leone, es una resultona patada a la historia que fue rodada en diferentes lugares de España como Asturias, Cantabria, Segovia (Granja de San Ildefonso) y Cuenca (Ciudad Encantada). Perteneciente al género conocido como péplum (cine «histórico» de aventuras), ha envejecido con previsibles y notables dificultades, pero es una película entretenida que «se deja ver». Entre sus escasos méritos está el de contribuir a la difusión de la imagen más conocida del Coloso, aunque con una característica adicional: disponer de un mecanismo que arroja fuego sobre cualquier embarcación que pretenda entrar (o salir) sin permiso. La idea puede parecer peregrina, pero da mucho juego.
 

Historia y leyenda


El Coloso de Rodas forma parte de la historia por ser una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, pero no sabemos casi nada de él. Tanto es así, que bien podemos afirmar que, de todo cuanto se ha dicho a lo largo del tiempo, hay mucho más de leyenda que de historia (característica que comparte con el resto de maravillas desaparecidas). Incluso hay quien se ha atrevido a cuestionar su existencia, extremo que a todas luces carece de sentido. No parece probable que nuevos hallazgos arqueológicos arrojen luz sobre los enigmas que envuelven al Coloso, aunque nunca se puede descartar. Así las cosas, seguiremos disfrutando de una de esas leyendas que incitan a soñar. Eso sí, siempre dispuestos a aceptar que alguien, en algún momento, demuestre una vez más que las cosas, en realidad, fueron de otro modo

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Los dioses que descendieron del cielo (02)

Textos hindúes

Si en los textos anteriores se delineaban ideas respecto de la movilidad aérea de “Dios/dioses”, los antiguos textos hindúes son un auténtico manual sobre naves voladoras.

Máquinas voladoras

En los antiguos textos sánscritos se pueden encontrar numerosas menciones de unas míticas máquinas voladoras que podían desplazarse por el aire a grandes velocidades llamadas vímana o pushpaka.

Estos vímanas o pushpaka, aunténticos carruajes aéreos, son nombrados en textos como el Ramayana y el Bhágavata-purana (SRIMAD BHAGAVATAM). Dentro de la categorización de textos hindúes, los Puranas (‘historias antiguas’) y el Ramaiana, forman parte de los Itijasa (iti-ja-asa: ‘así-realmente-fue’, historias), que es el nombre que reciben los textos sánscritos no directamente filosóficos.

En las páginas del Ramaiana, gran poema épico hindú atribuido el poeta Valmiki, se encuentran alusiones a carros voladores que habrían sido utilizados en el curso de las guerras entre los dioses del panteón hinduista, con el nombre de pushpakas:

Mientras se iban desarrollando estas cosas, Rama, el Kakutsida, le dijo a Vibhishana: «Ocúpate de procurarme un pronto regreso a mi ciudad. El camino a Ayodhyá es muy difícil de recorrer». A lo que respondió Vibhishana: «Hijo de monarca de la Tierra, yo cuidaré que te conduzcan a tu ciudad. Hay un carro llamado pushpaka, carro incomparable, resplandeciente como el Sol y que marcha por sí mismo. Montado sobre ese carro, él te conducirá sin inquietud hasta Aiodhiá.

Tras estas palabras Vibhishana llamó urgentemente al carro parecido al Sol, acompañado por su hermano y por la ilustre videhana, encendida de rubor. El raghuida, ya montado, le dijo a Sugriva: «Apresúrate a subir en el carro con tus generales, Sugriva. Sube también con tus ministros, Vibhishana, monarca de los rakshasas. Al instante, Sugriva con los reyes de los simios, y Vibhishana con sus ministros, llenos de alegría, montaron en el gran carro pushpaka.

Cuando todos estuvieron embarcados, Rama ordenó al vehículo que partiese y el incomparable carro de Kuvera se elevó hacia el mismo seno de los cielos. El carro volaba como una gran nube empujada por los vientos. Desde allí paseando su mirada por doquier, el guerrero descendiente de Raghú, dijo a Sita la mithiliana, la del rostro bello como el astro de la noche: «Mira, ya veo el palacio de mi madre… ¡Ayodhyá! ¡Inclínate ante ella, Sita, mi videhana, hete aquí de regreso!».

Apenas la muchedumbre, presurosa, les vio llegar como un segundo sol y con tan rápida marcha, el aire fue rasgado con potentes gritos de alegría, lanzados por ancianos, mujeres y niños. Todos gritaban: «¡Aquí está Rama!». Bharata, pasando de la tristeza a la alegría, se acercó, con las manos juntas y honró a Rama: «Sé bienvenido», pronunció, con el respeto que le merecía su hermano. Pero éste se apresuró a alzarlo, lo apretó contra su pecho y lo estrechó entre sus brazos con alegría.

En el Bhágavata-purana (SRIMAD BHAGAVATAM) podemos encontrar las siguientes menciones:

(Pag 81/82) Kardama sonrió dulcemente a su esposa y le dijo: “Así sea”. Con su poder de yoga, Kardama creó un vimana, un palacio aéreo flotante, con maravillosos jardines, lagos y flores y pilares pletóricos de joyas y sillones cubiertos con brocados y sedas…

Con una sonrisa, tomó la mano de su esposa y la llevó al vimana. Éste se elevó hacia el espacio y pronto estaban viajando a la velocidad del viento.

(Pag 737/738) De todos los Devas, el más fácil de complacer es Shiva-Mahadeva. Así, el gratificó la penitencia realizada por Salva, preguntándole qué deseaba. Salva le pidió un Vimana (un carruaje aéreo). Éste debía ser indestructible por los Devas, los Asuras, los seres humanos, los Gandharvas, las serpientes y los demonios. También debía poder viajar por donde él quisiera, ya sea por la tierra, el aire o el agua… El carruaje recibió el nombre de Saubha y fue entregado a Salva…

Sentado en su nuevo carruaje, Salva hizo correr una verdadera lluvia de flechas y de piedras. También cosas tales como serpientes y animales sanguinarios traídos de las montañas, todo ello, era volcado hacia la ciudad desde su carruaje… Dicho carruaje estaba un momento en el aire, y al siguiente momento descendía sobre la tierra; luego, cuando nadie podía seguir sus huellas, golpeaba desde el aire.

El Ramayana también menciona que:

(Pag 304) Ravana envió a buscar su extraordinario carruaje aéreo y montado en él, cruzó el océano y se adentró en el continente para dirigirse a la morada del poderoso rakshasa Maricha (hijo de Tataka)…

(Pag 400/401) En una recámara, Hanuman vio una nave aérea hecha de flores suspendida en el aire, el cual había pertenecido alguna vez a Kuvera, el tesorero de los semidioses. Aunque Kuvera era el hermanastro de Ravana, éste le había robado el aeroplano de flores, y lo conservaba en su palacio como un adorno, además de utilizarlo en viajes de placer junto a sus reinas.

Deseando hacer un reconocimiento de la espaciosa habitación, Hanuman saltó a esa nave de nombre Pushpaka, desde el que tenía una mejor visibilidad. Aunque era de noche, él podía ver bien, pues la luz de la Luna brillaba a través de las ventanas, reflejándose en las paredes enjoyadas, e iluminando el palacio entero.

(Pag 515/516) Después de un festín de frutas y miel de los árboles en el camino, una multitud de monos se encaminó a Ayodhya. Al día siguiente, Rama y Sus acompañantes abordaron el Pushpaka que alzó vuelo. Avistaron así desde el aire a la Madre Ganga y después al río Sarayu…

Haciendo un vuelo final hacia la ermita de Bharat, Sri Rama pidió que el mando de la nave Pushpaka retornara a Kuvera, reparando así la ofensa que le había hecho Ravana.

(Pag 527) Pasado un tiempo, el rakshasa Sumali se encontraba en busca de un esposo para su bella hija Kaikashi, cuando vio a Kuvera, quien estaba volando en su deslumbrante vehículo celestial Pushpaka, pues iba a visitar a su poderoso y refulgente padre Vishrava.

(Pag 534) La nave mística, Pushpaka, que Ravana había arrebatado a su propio hermano Kuvera, se asemejaba más a una ciudadela flotante que a una carroza volante, pues contaba con numerosas mansiones doradas, decoradas con coral, sostenidas por pilares majestuosos.

(Pag 553) Habiendo acontecido este intenso hecho, Rama escuchó una voz celestial, y cuando alzó su mirada hacia el cielo, vio la carroza Pushpaka que le decía: “Yo retorné donde Kuvera como tú me ordenaste, pero el señor de la riqueza me dijo: ‘debido a que Rama ha conquistado a Ravana tú le perteneces.’ Como ves, he sido enviado de vuelta por Kuvera para estar a tu servicio, por favor acéptame sin dudarlo.” Rama adoró a esa nave viviente con ofrendas de flores, incienso, pasta de sándalo y dijo: “si yo alguna vez necesito tu servicio te llamaré y te harás presente, pero mientras tanto estás libre para moverte como te plazca.” Habiendo recibido esta indicación Pushpaka partió a su propio arbitrio.

El Vymaanika-Shaastra (‘escritura acerca de los vímanas’) es un libro escrito por Pandit Subbaraya Shastry, un medium quien según declara, se lo habría dictado el Maharshi Bharadvaja, gran sabio del periodo védico de fines del II a mediados del I milenio AEC, en sesiones entre 1919-1923.




El texto originalmente escrito en sánscrito, fue traducido y publicado en 1952 por G. R. Josyer. Tiene 3000 slokas (versículos) en ocho capítulos. La edición inglesa de 1973 incluyó ilustraciones de T. K. Ellappa, dibujante técnico de la facultad de ingeniería de Bangalore, bajo la dirección de Shastry.

En el Vymaanika-Shaastra se menciona que:
“…Un aparato, que se mueve por fuerza interior, como un ave, ya sea en la tierra, en el agua o en el aire, se llama Vimana… que se puede mover en el cielo, de lugar a lugar… de país en país, de mundo en mundo… es uno, llamado Vimana por los sacerdotes de las ciencias…“

En algunos lenguajes modernos de la India, por ejemplo en guyaratí, la palabra vimania significa ‘avión’.

Fuente:
Ramayana: versión de Bhaktivinod Aloy y Harinam Ashram, junto con Gopinath Gaudiya Math Bhagavata-purana (SRIMAD BHAGAVATAM): versión de Om Sri Ganeshaia Namaha y Om Namo Narayanay

martes, 10 de septiembre de 2019

Los dioses que descendieron del cielo (01)

Algunos relatos míticos de civilizaciones ancestrales nos cuentan que sus dioses descendieron a la Tierra desde el cielo. Pero estos textos no se refieren a entidades etéreas o espíritus incorpóreos, sino a seres físicos que se transportaban con máquinas voladoras.

La Torá

En contra de toda idea preconcebida, podemos encontrar una gran cantidad de sugestivas menciones en el texto de la Torá, algunas de ellas vinculadas a la morada del Dios en el cielo, otras a la capacidad de ciertos seres a trasladarse por el aire y otras respecto de máquinas voladoras.

Morada celestial

Tanto en los textos del génesis como de los libros de los profetas podemos encontrar menciones sobre la morada celestial de Jehová:

Gén.28.12/13. Y soñó (Jacob): y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia… 
Gén.28.16/17. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.

Isa.14.13. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Isa.33.5. Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas

Sal.2.4. (Jehová) El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos.

Sal.113.5. ¿Quién como Jehová nuestro Dios, Que se sienta en las alturas.

Respecto de la capacidad de transportarse por el aire:

Gén.19.16/17. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano 'de Lot', y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.

Dan.9.21/9.22. aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde, y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.

Dan.10.4/8. Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.

2Re.2.11. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.

2Sa.22.7/22.15. En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos. La tierra fue conmovida, y tembló, Y se conmovieron los cimientos de los cielos; Se estremecieron, porque se indignó él. Humo subió de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él encendidos. E inclinó los cielos, y descendió; Y había tinieblas debajo de sus pies. Y cabalgó sobre un querubín, y voló; Voló sobre las alas del viento. Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí; Oscuridad de aguas y densas nubes. Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes. Y tronó desde los cielos Jehová, Y el Altísimo dio su voz; Envió sus saetas, y los dispersó; Y lanzó relámpagos, y los destruyó.

Zac.5.9/6.1. Alcé luego mis ojos, y miré, y he aquí dos mujeres que salían, y traían viento en sus alas, y tenían alas como de cigüeña, y alzaron el efa entre la tierra y los cielos. Dije al ángel que hablaba conmigo: ¿A dónde llevan el efa? Y él me respondió: Para que le sea edificada casa en tierra de Sinar; y cuando esté preparada lo pondrán sobre su base. De nuevo alcé mis ojos y miré, y he aquí cuatro carros que salían de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce.

En el libro de Éxodo se presenta a Jehová como dentro de una tronante nube de humo y fuego:


Éxo.13.20/22. Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

Éxo.14.19/20. Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.

Éxo.19.9. Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.


Éxo.19.16/21. Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.

Éxo.20.18. Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 

Éxo.20.22. Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

Éxo.24.9/11. Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.

En el Libro de Enoc, él mismo afirma haber sido llevado a los cielos:

“Y las nubes me cubrieron, y el viento me levantó de la superficie de la tierra y me dejó en el límite de los cielos“.

Luego describe como Enoc contempló los movimientos de los astros, con un conocimiento de las órbitas insólito para su época: Y vi las cámaras del sol y de la luna, de dónde proceden y hacia dónde regresan, y su maravilloso retorno; cómo el uno es superior a la otra; su magnífica órbita y cómo no se alejan de ella y mantienen fielmente el juramento que han hecho uno a otro. Y después de eso vi el camino oculto de la luna y el visible y ella cumple el recorrido de su camino en ese lugar de día y de noche; y uno mantiene una posición opuesta al otro.… me lo ha mostrado y revelado Uriel a quien es Señor de la creación del mundo ha subordinado las huestes de los cielos. Él tiene poder sobre la noche y sobre el día, para hacer brillar la luz sobre los humanos: el sol, la luna, las estrellas y todas las potencias de los cielos que giran sobre sus órbitas.

Máquinas voladoras

Pero de todas las menciones de la biblia, el libro de Ezequiel es el que aporta la referencia más gráfica y explícita. En este caso se refiere a una sugerente máquina voladora:

Eze.1.4/1.11. Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego

envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila. Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.

Eze.1.14/1.21. Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos. Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados. El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

Eze.1.22/2.2. Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas. Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba. Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo. Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.

Eze.10.18/19. Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines. Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos.

Eze.11.1/2. El Espíritu me elevó, y me llevó por la puerta oriental de la casa de Jehová, la cual mira hacia el oriente; y he aquí a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaía, principales del pueblo. Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo.
 
Eze.11.22/24. Después alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad. Luego me levantó el Espíritu y me volvió a llevar en visión del Espíritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de mí la visión que había visto.