La inspiración en la composición artística se asocia a un brote de creatividad. Literalmente, la palabra significa "recibir el aliento", y tiene sus orígenes en el helenismo y la cultura hebrea. Homero y Hesíodo, en las primeras discusiones sobre la naturaleza de la inspiración destacan como importante tanto los aspectos rituales como los orígenes divinos del aliento de un dios. Por ejemplo tanto el oráculo de Delfos, como otras sibilas, recibían el vapor y humos divinos en una caverna dedicada a Apolo antes de realizar una profecía. Por lo tanto, las invocaciones a las musas y otros varios dioses poéticos (en particular, Apolo y Dionisio) son auténticas plegarias en busca de inspiración, para recibir el aliento del dios.
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Oráculo de Delfos |
Las Musas (μοῦσαι, “mousai”) son, según los escritores de la antigüedad, las inspiradoras de las Artes, susurrando e inspirando a los artistas a lo largo del mundo, ninfas relacionadas con ríos y fuentes. Engendradas por Zeus y Mnemósine, según Hesíodo, o por Urano y Gea, según alguna otra versión como la del poeta Alcmán, son capaces de inspirar toda clase de poesía, así como de narrar a un tiempo el presente, el pasado e incluso el futuro, dadas sus virtudes proféticas.
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Apolo y Las Musas |
Son compañeras del séquito de Apolo, dios olímpico de la música y patrón de las “bellas artes”. Apolo tuvo romance y descendencia con ellas.
El poeta Hesíodo, considerado el primer filósofo de la Antigua Grecia fue el primero en poner nombre a cada una de las musas:
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Calíope |
Calíope (Καλλιόπη, “la de la bella voz”): Musa de la elocuencia, belleza y poesía épica o heroica (canción narrativa).Es la primera de todas en dignidad, la que ocupa un lugar de honor en el cortejo. Representada con una corona de laurel, estilete y portando una lira. Madre de Orfeo.
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Clío |
Clío (Κλειώ, “la que ofrece gloria”): Musa de la Historia (epopeya). Su función era mantener vivos los actos generosos y los triunfos. Se la representa con una trompeta, pergaminos, un libro abierto y corona de laurel.
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Erató |
Erató (Ἐρατώ, “la amorosa”): Musa de la poesía lírica-amorosa (canción amatoria). Coronada con rosas, se la representa portando una kithara (instrumento de cuerda perteneciente a la familia de los instrumentos de cuerda pulsada, similar a la lira pero con caja de resonancia).
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Euterpe |
Euterpe (Εὐτέρπη, “la muy placentera”): Musa de la música, especialmente del arte de tocar la flauta. Se representaba con un aulós (especie de flauta doble), flauta de Pan y coronada de flores.
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Melpómene |
Melpómene (Μελπομένη, “la melodiosa”): Musa de la tragedia. La tragedia como “difícil arte que despierta el ingenio y la imaginación”. Se representa ricamente vestida y portando una máscara trágica como su principal atributo.
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Polimnia |
Polimnia (Πολυμνία, “la de muchos himnos”): Musa de los cantos sagrados y la poesía sacra (himnos). Se representaba vestida de blanco (velo) y con uvas.
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Talía |
Talía (Θάλεια o Θαλία, “la festiva”): Musa de la comedia y de la poesía bucólica. Presidía los banquetes y otras festividades, otorgando dones de abundancia. Se la representaba como una joven risueña coronada de hiedra, con la máscara cómica y un cayado de pastor como atributos.
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Terpsícore |
Terpsícore (Τερψιχόρη, “la que deleita en la danza”): Musa de la danza y poesía coral. Representada sentada con una lira (principalmente) y guirnaldas.
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Urania |
Urania (Οὐρανία, “la celestial”): Musa de la astronomía, poesía didáctica y las ciencias exactas. Se la representa portando un globo terráqueo, el cual mide con un compás.
Las Musas son las cantoras divinas que con sus coros e himnos deleitan a Zeus y a los demás dioses en el Olimpo, su morada, bajo la dirección de Apolo. Otras veces descienden a la Tierra, actuando de mediadoras entre lo divino y los seres humanos gracias a la inspiración que transmiten a los poetas, proporcionándoles el conocimiento de lo Eterno.
Hay que destacar el culto que se les rindió en Tracia, concretamente en Pieria, cerca del monte Olimpo (de ahí que en ocasiones reciban el nombre de Piérides) y en Beocia, en las laderas del monte Helicón. En este último lugar es donde cuenta Hesíodo que se le aparecieron y, dándole una vara de laurel a modo de cetro, le encomendaron componer su obra Teogonía.
En el Siglo IV d. C., previo a la Edad Media, y con el abandono del paganismo y el triunfo del (cristianismo), la adoración de la musas, como de todas las deidades, quedaron abandonadas. En una época más tardía se volvió a considerar a las musas (cuyo número se redujo a siete), asociándolas con las llamadas artes liberales.
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